Por Sabina Zaccaro
ROMA, 31 may (IPS) – El hambre y la desnutrición deben abordarse de modo efectivo, pues están tan inextricablemente relacionados al desarrollo sostenible que deberían formar parte de la agenda de Río+20, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Hubo avances en la producción de alimentos, pero hay cientos de millones de personas que pasan hambre porque carecen de los medios para producir o comprar la comida que necesitan para llevar una vida saludable y productiva, señala un estudio de la FAO.
Secado de maíz en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México
Crédito: Mauricio Ramos/IPS
El informe, titulado “Hacia el futuro que queremos: Erradicación del hambre y transición a sistemas agrícolas y alimentarios sostenibles”, fue divulgado el miércoles 30, previo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, que se realizará del 20 al 22 de junio en Río de Janeiro.
La agricultura y la producción de alimentos consumen una gran cantidad de recursos naturales e insumen más de 30 por ciento de la energía mundial, mientras que los cultivos y el ganado utilizan 70 por ciento del agua que se extrae, señala el informe.
La FAO estima que tres de cada cuatro personas pobres viven en áreas rurales y subsisten gracias a la agricultura, mientras que 40 por ciento de las tierras degradadas están en las zonas más pobres.
“El hambre pone en marcha un círculo vicioso de menor productividad, pobreza en aumento, lento desarrollo económico y degradación de los recursos”, según el informe.
“No podemos llamar sostenible al desarrollo mientras persista esta situación, mientras que casi uno de cada siete hombres, mujeres y niños se queda atrás, víctima de subnutrición”, señala el director general de la FAO, José Graziano da Silva, en el prólogo del estudio.
“La búsqueda de la seguridad alimentaria puede ser el hilo común que una los distintos desafíos que enfrentamos, y contribuye a construir un futuro sostenible”, plantea.
En la cumbre de Río “tenemos la oportunidad de oro para explorar la convergencia entre los programas de la seguridad alimentaria y la sostenibilidad a fin de hacer realidad ese futuro sostenible”, añade.
En Río+20, donde se tratará de alcanzar un acuerdo para una transición a una economía verde, se discutirá la inversión en energías renovables y el uso eficiente de los recursos naturales.
El informe de la FAO urge a los gobiernos a crear y proteger los derechos sobre los recursos, en especial de los pobres, incorporar incentivos para el consumo sustentable y la producción de alimentos, promover mercados agrícolas y de alimentos justos que funcionen bien, reducir los riesgos y aumentar la resiliencia de los más vulnerables, e invertir en recursos públicos para bienes esenciales, en especial en innovación e infraestructura.
“La transición hacia un futuro sustentable requiere cambios fundamentales en la gobernanza de alimentos y agricultura, y una distribución equitativa de los costos de transición para que los agricultores adopten métodos de cultivo más sostenibles”, indicó Keith Wiebe, subdirector de la división de economía de desarrollo agrícola de la FAO.
El acceso a recursos naturales como tierra, agua y bosques, es esencial para las 2.500 millones de personas que producen alimentos para su propio consumo y generan ingresos, según el informe.
Los productores que manejan unas 500 millones de pequeños establecimientos agrícolas en los países en desarrollo, la mayoría mujeres, tienen varias limitaciones para acceder a recursos como alimentos, tierra y agua.
A principios de mayo, la FAO adoptó una serie de pautas sobre la tenencia de la tierra para ayudar a los gobiernos a mejorar el acceso de los más pobres a esta, así como a la pesca y los bosques.
Las pautas recomiendan proteger los derechos de tenencia de la tierra de las poblaciones locales contra el riesgo de concentración a gran escala y proteger los derechos humanos, el sustento, la seguridad alimentaria y el ambiente.
“Cientos de millones de personas sufren deficiencias alimenticias y nutricionales, y la mayoría de ellas obtienen ingresos de la agricultura”, indicó Wiebe.
“Estos agricultores pobres, junto con productores más comerciales, constituyen el mayor grupo de administradores de recursos naturales. Sus decisiones cotidianas son clave para el ecosistema mundial”, añadió.
La adopción de las pautas surgió tras tres años de un proceso de negociaciones con el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, que incluye a gobiernos, agencias de la Organización de las Naciones Unidas, la sociedad civil, entidades internacionales y el sector privado, y que encabeza una plataforma mundial de discusiones sobre el tema.
Organizaciones como La Vía Campesina reconocen que las pautas son una importante herramienta, pese a que la implementación real va a depender de los países que la aprueben.
En Río+20 deberá discutirse una mejor gobernanza de los sistemas de producción agrícola y de alimentos, además de realizar un análisis exhaustivo de quién asumirá la carga financiera del desarrollo sostenible, indica el informe de la FAO.
La agencia pidió a los gobiernos y a otros actores que participarán en Río+20 que reduzcan el hambre con rapidez “y hagan todo lo posible por mejorar la forma en que la producción agrícola y de alimentos es gobernada”, dijo Wiebe a IPS.
“Deben asegurarse de que los costos y los beneficios de la transición hacia una agricultura sostenible se distribuyan de forma equitativa”, apuntó.
Otras acciones incluyen respaldar la implementación de enfoques políticos y técnicos al desarrollo agrícola, que integren objetivos ambientales y de seguridad alimentaria.
También, asegurar que los costos y los beneficios de la transición hacia un consumo y una producción sostenibles se compartan de forma igualitaria, adoptar enfoques integrados para lograr la sostenibilidad en la producción agrícola y alimentaria, e implementar reformas en materia de gobernanza para asegurar que se concreten las políticas y se cumplan los compromisos. (FIN/2012)