Este blog es una iniciativa de la agencia de noticias IPS y de su corresponsal en Bogotá, Constanza Vieira.

Guerra en los escombros de Gondwana

20 de enero de 2006

Por Constanza Vieira

En el departamento del Meta, Colombia, territorio donde se encuentra Vistahermosa, en cercanías de la Serranía de La Macarena y escenario el 27 de diciembre del peor revés militar para el gobierno de Álvaro Uribe en su guerra contra las FARC, se inició el 19 de enero la operación de erradicación manual de cultivos de coca más grande emprendida por gobierno alguno en el país andino.

Ha sido bienvenida, en principio, por muchos ambientalistas, la decisión de erradicar manualmente unos cultivos que suelen destruir sin miramientos las selvas colombianas, entre las más valiosas del planeta.

Subsiste eso sí el temor de que, si la operación Macarena resulta costosa en términos de enfrentamientos bélicos, el gobierno considere que tiene visa para fumigar con una mezcla potenciada del herbicida glifosato este parque nacional natural que contiene especies genéticas únicas en el planeta.

En qué consiste el tesoro de La Macarena

 

Los geólogos creen que la actual Suramérica fue la primera gran masa de tierra que se desprendió de Gondwana, el gran continente único original. Por eso sus especies de flora y fauna están entre las más primitivas del planeta.

Muchísimo tiempo después se desprendió la actual Norteamérica. Y hace poco, unos tres y medio millones de años, estas dos partes se juntaron, dando lugar a un intenso intercambio de especies.

El punto de encuentro se llamaría Colombia. Su selva del Darién, en el Chocó, en la hoy frontera con Panamá, es considerada internacionalmente por científicos la selva más biodiversa del planeta y también es escenario de la guerra civil originada a mediados de los 40, con breves años de treguas.

La Macarena, una mole selvática de 690.000 hectáreas, es una suerte de Arca de Noé. Más antigua que Los Andes, existía ya en épocas geológicas cuando la mayor parte de la América estaba bajo el agua y sirvió de refugio para miles de especies.

Se cree que La Macarena es uno de los «escombros» de Gondwana. Se la considera un banco genético único en el mundo. Allí se encuentran hoy plantas y animales en condiciones primigenias y, según los biólogos, inclusive hay especies que aún no han emprendido la dispersión genética.
Las FARC en su casa

La Macarena es bordeada por el Norte por el río Güéjar, y por el Sur, por el Guayabero. Ambos fluyen hacia la Orinoquia, en el oriente. El Guayabero, que brota en la vecina Cordillera Oriental de los Andes, marca en la historia colombiana uno de los cuatro lugares que fueron cuna de las FARC en 1964. Los otros fueron Marquetalia, Riochiquito y El Pato, más al sur sobre distintos puntos de la cordillera.

La Macarena y sus alrededores están sembrados de anillos de seguridad que resguardan desde hace decenios a la alta dirigencia de las FARC. Aquí la guerrilla literalmente está en su casa.

El arma que usa la guerrilla para asegurar su territorio son las minas antipersonal made in las montañas de Colombia y otras trampas explosivas prohibidas por tratados internacionales: la amenaza más temida por la fuerza pública y que más bajas le causa, y la más barata para la guerrilla.

Más del 60 por ciento del territorio de Colombia ha reportado incidentes con minas, que también son usadas para proteger los alrededores de las bases militares, con la debida señalización, así como por otros grupos guerrilleros surgidos también en los años sesenta y por los paramilitares, que entraron en escena en 1982.

La droga, combustible de la guerra colombiana

La operación sobre La Macarena, que llevan a cabo 930 contratistas erradicadores de arbustos de coca, es escoltada por 1.500 policías y 6.000 soldados contraguerrilla, apoyados desde el aire por 15 helicópteros de combate Black Hawk estadounidenses y un «avión fantasma», de teledetección de objetivos y espionaje electrónico.

Desde esta nave la avanzada se coordina en inglés: en Colombia hay centenares de asesores militares estadounidenses dedicados a la guerra de contrainsurgencia a través del Plan Colombia y su fase abiertamente militar, el Plan Patriota, ambos financiados por Estados Unidos.

Con semejante respuesta al ataque de Vista Hermosa, el gobierno pretende reforzar el mensaje en el sentido de que esa insurgencia de origen campesino no es más que una organización narcotraficante.

Pero la compra-venta de droga en los amplios territorios dominados por las FARC, que son al mismo tiempo regiones abandonadas por el estado, está lejos de ser el único ingreso de la guerrilla, en primer lugar.

En segundo, la droga ilegal no financia únicamente a la guerrilla: en la cúpula paramilitar, con la cual el gobierno Uribe mantiene negociaciones secretas que parecen apuntar a su inserción en la vida económica legal, tienen asiento varios de los más reconocidos narcotraficantes, probablemente algunos de los hombres más ricos de Colombia.

En ese marco, el Estado colombiano parece beneficiarse últimamente otra vez de una masiva legalización de capitales narco de tal magnitud, que se refleja en las rutilantes cifras económicas de 2005, sobre todo del segundo semestre.

Con ello queda dicho que el narcotráfico es el combustible estratégico de la guerra colombiana para TODAS las partes.

Interrogante Uno: Por qué no la erradicación concertada

Ante la operación Macarena surgen varios interrogantes:

Uno, por qué la erradicación manual no se adelanta de manera concertada con la comunidad local. La Asociación de Juntas de Acción Comunal del río Güéjar ha mostrado públicamente en el pasado su disposición de sustituir los cultivos siempre y cuando cuente con soluciones lógicas y sostenibles respaldadas por el Estado.

Un abordaje concertado para la erradicación requiere una acción coordinada y sostenible de muchas entidades públicas, una infraestructura estatal que refleje una verdadera política permanente para dar soluciones de fondo a los productores de la materia prima de la cocaína y -en otras regiones- de la heroína.

Esa política de erradicación no es que no resulte costosa, pero les daría sustento permanente legal a los pobladores.

En contraste, hasta ahora nadie parece preguntarse cuántos dólares les está costando a los ciudadanos estadounidenses la operación militar sobre La Macarena, parte del Plan Patriota y del Plan Colombia financiados por los contribuyentes del primer consumidor mundial de cocaína.

Una «conquista» fracasada

Una respuesta a por qué no se recurre a la erradicación concertada es que el gobierno no ha podido «conquistar la mente y el corazón» de los habitantes de La Macarena y sus inmediaciones.

Por lo menos desde la muerte del Ché Guevara en las selvas bolivianas, donde su pequeño grupo fue delatado por los propios lugareños, que vieron con desconfianza en su vecindario deambular a unos extranjeros barbudos y armados, estaba claro que la guerrilla no sobrevive si no tiene apoyo de la población: es el secreto de que se mueva como pez en el agua.

Se podría decir que el presidente Uribe inauguró su Política de Seguridad Democrática en Vista Hermosa, cuando recién posesionado ofreció a sus habitantes ingentes millones de pesos a cambio de que estos entregaran a los miembros de la cúpula de las FARC o a los jefes de sus 105 frentes a las autoridades. El paquete que se ofrece, entratanto también en otras regiones, incluye traslado, cambio de identidad y visa estadounidense.

Gente de la región dice en este enero de 2006 que el gobierno, en más de 40 años, apenas hasta ahora se aparece -pero para la guerra.

El objetivo de la operación Macarena es el mismo del Plan Colombia y el Plan Patriota. No tanto combatir a la guerrilla, como «quitarle el agua al pez».

La vía en La Macarena -y en otros lugares- es atacar los cultivos de coca que, por el contrario, sí parecen ser el principal ingreso para los pobladores de la región, que el gobierno supone son base de apoyo de la guerrilla. Al eliminar su fuente de sustento la población tendrá que irse. La que no lo haga se volverá contra la guerrilla, o bien es su base de apoyo y se la podría perseguir lícitamente, sería el cálculo del gobierno.

Al mismo tiempo, habrá redadas. En su respuesta al ataque de Vista Hermosa el presidente Uribe advirtió: «Emprenderemos una tarea de captura de milicianos en toda esta área: Vista Hermosa, Uribe, El Castillo, Lejanías, los municipios vecinos porque hemos encontrado que hay mucha milicia urbana acompañando a estos terroristas», refiriéndose a la red de apoyo logístico de la guerrilla.

¿Qué entenderán las fuerzas militares por ‘miliciano’? Más de 50 pobladores de Cartagena del Chairá, sobre el río Caguán, al sur del país y también en zona de operaciones del Plan Patriota, salieron de la cárcel este enero tras 2 años y medio de prisión. Estaban acusados de rebelión, y muchos de ellos, de ser milicianos. Fueron liberados por falta de pruebas y ahora iniciarán demandas contra el Estado.

Interrogante Dos: ¿Lluvia de plomo o calma chicha?

El segundo interrogante es si habrá enfrentamientos en la región, que vayan más allá que los combates reportados en la segunda semana de enero. Ante la operación Macarena ¿la guerrilla responderá defendiendo ese territorio, en el que sus fundadores están desde finales de los años 50?

Ante la superioridad militar del contrincante, ¿la guerrilla decidirá mimetizarse y no emprender ningún ataque contra la fuerza pública?

El tema entusiasmará a los teóricos del conflicto, que discuten si la guerra en Colombia es «de guerrillas», «de movimientos» o «de posiciones».

La guerra de guerrillas es tan vieja como la historia de la guerra. La hicieron los indígenas contra los españoles: hostigar y huir.

En la guerra de movimientos, una fuerza militar logra concentrar una gran cantidad de efectivos para acertar golpes al «enemigo», como les gusta decir a los conocedores de la vida armada. Aunque no logre control territorial, avanza hacia tenerlo, en términos estratégicos, según los entendidos.

Es lo que se vio en Colombia al menos en cuatro grandes ataques de la guerrilla durante 2005 en puntos diferentes de la geografía, que rememoraron golpes anonadantes de las FARC durante el gobierno de Ernesto Samper (1994-1998).

La guerra de posiciones ocurre cuando una fuerza militar logra mantener un control territorial.

En el ataque en Vista Hermosa contra el ejército, éste se hallaba en un territorio controlado por la guerrilla. Esta atacó, por medio de al menos 300 hombres, a un pelotón de 90 soldados élite. 29 murieron. El ejército informó de sólo seis heridos, pero parece que éstos fueron 24, según la agencia Colprensa. Eso quiere decir que el resto de sobrevivientes tuvo que dedicarse a salvar a los heridos: en otras palabras, el pelotón militar quedó totalmente «neutralizado». La aviación llegó tres horas después de la tragedia que se suma a la enlutada historia de Colombia.

El general ( r) Fernando Tapias opinó en la revista Semana, edición de enero 16 a 23: «Lo que no puede la fuerza del estado es dejarse aferrar al terreno. La guerrilla no defiende ningún territorio. Si lo hiciera, ya habría desaparecido, porque para el estado es muy fácil reducirla. La guerrilla es nómada por definición. Una operación militar debe cumplir entonces el propósito inicial y no aferrarse al terreno. No cometer el error de los norteamericanos en Vietnam».

El general Tapias fue quien reveló que los ataques de las FARC en masas muy grandes de combatientes durante la presidencia de Samper, llevaron al gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) a plantear un compás de espera mediante los diálogos en la zona desmilitarizada de 42 mil kilómetros en el Caguán, mientras se gestionaban en el congreso estadounidense los fondos del Plan Colombia.

Al iniciarse ese gobierno, el entonces ministro de Defensa presentó en noviembre de 1998 un plan de reestructuración de las fuerzas militares cuya implementación necesitaría tres años. Los primeros helicópteros del Plan Colombia llegaron al país también tres años después, en enero de 2002, así como el primer avión fantasma, y en pocas semanas se rompieron definitivamente los diálogos del Caguán, que duraron lo que estaba previsto: tres años.

Dice Tapias a Semana sobre la guerra de movimientos durante el gobierno Samper: «neutralizamos eso por aire, con los aviones fantasma y los helicópteros artillados». Pero las FARC siguieron teniendo control sobre grandes extensiones, aunque más resguardadas.

Ante la guerra total decretada por Uribe, pero cuyas condiciones materiales se deben a Pastrana, el comandante de las FARC, Manuel Marulanda, probablemente el guerrillero más viejo del mundo, decretó repliegue.

El tal repliegue fue como una calma chicha que duró dos años. La guerrilla se esfumó. A principios de 2005, las FARC parecieron comenzar a desperezarse.

Según el portavoz del Movimiento Bolivariano, de civiles cercanos a la guerrilla comunista, hoy las FARC «están en capacidad de pasar, en menos de tres horas, de un alto número de hombres a comandos de cinco y al revés, y no son detectados».

O dicho por el general Tapias: «Ahora la guerrilla se divide en pequeños grupos y no se deja localizar, y sólo asesta golpes cuando está el objetivo desprotegido o se ha rutinizado. La guerrilla analiza las respuestas del Estado y se acomoda. Se acostumbró al concepto de las fuerzas de despliegue rápido, de unidades móviles, del apoyo aéreo», que fueron previstas en el diseño durante el gobierno Pastrana.

O sea que la guerrilla se adapta, como el agua. Por el tipo de ataques que protagonizó en 2005, parece aplicar al mismo tiempo la guerra de guerrillas y de movimientos, mientras en algunas regiones mantiene control territorial.

Interrogante Tres: Ojo a la «reubicación» de la población

Según el general Jorge Daniel Castro, comandante de la Policía, dentro de seis meses ya no habrá más plantas de coca en La Macarena. El gobierno se propone, para entonces, tener diseñado ya un plan de «reubicación» de cinco mil familias que vivan hace más de tres años en la zona.

Surge el tercer interrogante: cómo será esa «reubicación», si a las buenas (concertada), a las malas (trasteando a la gente en aviones, como ocurrió ya a comienzos del Plan Patriota en 2003 en el Guaviare en un episodio que la opinión pública no conoce), o a las peores, es decir, recurriendo a masacres y asesinatos selectivos escudándose en supuestos o reales grupos paramilitares, acciones que ya empezaron en la zona circundante a La Macarena.

En la última semana de enero, enviados de las Juntas de Acción Comunal del río Güéjar presentarán en Bogotá su propuesta de 14 puntos para sustituir la economía de la coca. No es la primera vez que lo harán. La alternativa comunitaria hasta ahora ha sido ignorada por los medios colombianos. Veremos si ahora sí les paran bolas.++++

Escrito en : Desde Bogotá,El fin justifica los medios,El Planeta,La guerra y la paz


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Nada de lo colombiano ha sido ajeno en el trabajo de Constanza Vieira para la agencia de noticias IPS. Desde las cuatro décadas de guerra civil y la acción de sus múltiples bandos armados (guerrillas, ejército, paramilitares, narcos), pasando por el acuerdo humanitario que libere a rehenes y prisioneros, el drama de los desplazados y las comunidades indígenas, el ambiente, el proceso político legal, la relación con países vecinos, la cultura. Todo eso, y más, está presente en el blog personal de esta periodista que también trabajó para Deutschlandfunk, Deutsche Welle, Water Report del Financial Times, National Public Radio y la revista colombiana
Semana, entre otros medios.