Este blog es una iniciativa de la agencia de noticias IPS y de su corresponsal en Bogotá, Constanza Vieira.

Archive for agosto, 2007

Premio “Testimonio de Paz” a la primera Comunidad de Paz de Colombia

El premio italiano “Testimonio de Paz” fue adjudicado este año a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, que cumple una década de existencia.

El galardón fue establecido en 2006 por el empeño conjunto del Ayuntamiento de Ovada, Provincia de Alessandria, y por el Centro por la Paz y la Noviolencia “Rachel Corrie”. Se entrega anualmente a individuos y grupos que se distingan en el ámbito de la paz y la noviolencia y su jurado es integrado por importantes figuras de la cultura italiana.

La Comunidad de Paz de San José de Apartadó fue “seleccionada por el jurado dentro de un conjunto de destacados candidatos”, según un comunicado de prensa enviado por Sabrina Caneva, Asesora de Paz del Ayuntamiento de Ovada.

La comunidad postulada, víctima de más de 170 asesinatos, “ha convencido por la valiente elección de la noviolencia en un área del planeta donde la guerra condiciona fuertemente la vida cotidiana de las poblaciones rurales y urbanas”.

Además, el jurado no quiso dejar pasar el décimo aniversario de resistencia contra la guerra “en condiciones tremendamente difíciles, pagando un altísimo costo en vidas humanas, víctimas de la confrontación armada entre el ejército regular, los grupos paramilitares y la guerrilla de las FARC”, escribió Caneva.

El más reciente asesinado es el líder Dairo Torres, el 13 de julio poco después de mediodía, a cinco minutos de la ciudad de Apartadó. Dos paramilitares que la víspera habían amenazado a la comunidad interceptaron el vehículo de servicio público en el que viajaba hacia San José, lo obligaron a apearse y le dispararon con armas cortas.

La azaroza vida de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó puede ser seguida en http://cdpsanjose.org/

Sus cerca de 1.300 miembros son campesinos que viven en aldeas localizadas en Urabá, nor-occidente de Colombia, en una región montañosa y de importancia estratégica por ser paso obligado hacia los importantes departamentos de Córdoba, Chocó y Antioquia. Urabá posee tierras de excelente calidad y en la región hay importantes minas de carbón.

La auto-organización como Comunidad de Paz es la respuesta a masacres, asesinatos y desplazamientos forzados que han golpeado la zona desde finales de 1996.

Frente a la violencia, provenga de donde provenga, los campesinos que adhieren a la Comunidad de Paz de San José de Apartadó se han dado reglas diversas: no portar armas, trabajo comunitario, producción para el autoconsumo, autogobierno con base democrática y participativa.

Dice el mensaje desde Ovada: “La comunidad sigue pagando un precio muy alto. Frente al modelo de desarrollo predominante y a la violencia que parece regular en modo inevitable las relaciones entre los individuos y las comunidades, los campesinos de San José han sabido dar vida a una propuesta auténticamente alternativa”.

Miembros de la Comunidad de Paz estarán presentes en la ceremonia de premiación, el próximo 11 de septiembre en el Teatro municipal de Ovada. Recibirán una obra de arte y un premio de cinco mil euros.

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COLOMBIA:Campesinos pacifistas denuncian asesinatos
por Constanza Vieira on 02/03/2005 22:56:48 GMT
BOGOTÁ, 2 mar (IPS) El brutal asesinato de ocho campesinos en el noroccidente de Colombia, entre ellos tres niños, fue atribuido al ejército por pobladores y organizaciones de derechos humanos. Las autoridades lo niegan…. (continue)

COLOMBIA:Recrudece tensión entre Estado y campesinos pacifistas
por Constanza Vieira on 07/03/2005 20:00:40 GMT
BOGOTÁ, 5 mar (IPS) La tensión llegó a su punto máximo entre el Estado colombiano y la pequeña Comunidad de Paz de San José de Apartadó, en el noroeste del país. Los campesinos denuncian que el ejército penetró en su aldea luego de asesinar a ocho pobladores. Pero se niegan a declarar ante la justicia, pues ya no confían en ella…. (continue)

1 comment agosto 17th, 2007

A 13 días de paro armado en Arauca

El 17 de agosto, organizaciones sociales del oriental departamento de Arauca, fronterizo con Venezuela, cuentan cómo va el paro armado decretado por las FARC desde el día 5, y que no se menciona en los medios nacionales.

En primer término, “los campos de exploración y explotación petrolera funcionan a toda marcha”, afirman.

Veamos qué pasa con la gente que vive del sustento diario, según un comunicado recibido este viernes en la tarde:

Los arroceros han perdido más de la mitad de sus cosechas.

El plátano, producto perecedero, se está pudriendo.

La leche, sustento básico de la economía campesina en la región, no se puede distribuir, como tampoco los demás productos agropecuarios.

Los colegios agropecuarios y escuelas rurales mantienen interrumpidas las actividades académicas y técnicas.

El comercio está desabastecido de los alimentos básicos de la canasta familiar, y hay especulación en el precio de los productos.

Hay restricción vehicular. Han sido quemados “algunos vehículos, cuyos propietarios son gente humilde y trabajadora de la región”.

Los transportadores, como otros sectores, suelen participar en jornadas y procesos de desarrollo de la comunidad. El paro ha impedido que la gente se movilizara, por ejemplo, para “rendir un póstumo y solemne homenaje a los centenares de compañeros caídos”, como los sindicalistas Alirio Martínez, Jorge Prieto y Leonel Goyeneche, ejecutados extrajudicialmente el 6 de agosto de 2004 por un comando contraguerrilla de la Brigada 18 del ejército.

Ante este panorama, el comunicado exige a las FARC “que levante el paro armado, pues consideramos que, además de estar afectando a la población araucana, ha obstaculizado el legítimo derecho que tenemos las comunidades organizadas a movilizarnos y expresarnos”.

En su punto 8, hace esta referencia:

“8. Reconocemos que en nuestro país hay un conflicto armado. A la vez, instamos a las FARC a que respete y aplique el artículo 3 común de los acuerdos de Ginebra, en el sentido de respetar y proteger a la población civil”.

El mensaje fue distribuido por la Red de Hermandad y Solidaridad – Colombia

agosto 17th, 2007

BOGOTÁ EN UN DÍA DE SOL (2) La verdad, como siempre, está en las víctimas

“Usted no es ningún dios para que se crea el dueño de la vida de mi hijo”, dijo el profesor Gustavo Moncayo al presidente Uribe durante su charla de tres horas en la carpa donde habita desde el Primero de Agosto.

Cita recogida por Camilo Raigozo en el semanario comunista Voz, 8 de agosto de 2007

agosto 12th, 2007

No son (o eran) autodefensas

El ministro de Defensa Juan Manuel Santos definió en entrevista del 12 de agosto en El Tiempo a qué se dedican (dedicaban. El ministro habló en pasado) los paramilitares:

-Actividades contrainsurgentes, masacre de la población para atemorizarla y quitarle apoyo político a la guerrilla.

Así las cosas, todo queda requeteclaro. Gracias, ministro.

agosto 12th, 2007

El intercambio ya está inventado hace siglos

Nada más en los últimos años:

«Oriente Medio es una de las zonas donde el intercambio de prisioneros ha sido recurrente. Solo en el caso de Israel, entre 1985 y 2004 el gobierno ha intercambiado 461 prisioneros, 182 soldados, 41 cadáveres y un cabecilla por 25 soldados, 4 cadáveres y 1 civil. Asimismo, liberó un líder árabe condenado a cadena perpetua y 1.150 activistas, para recuperar tres soldados y dos agentes encubiertos, en acuerdos con grupos palestinos y el Gobierno jordano».

Dato leído en el documento «El despeje y el intercambio humanitario» de la Fundación Seguridad y Democracia, con fecha 1 de agosto de 2007 y difundido hoy.

1 comment agosto 3rd, 2007

Moncayo, la realidad como equipaje

“Yo aquí voy a fijar mi residencia”, dijo el profesor Gustavo Moncayo cuando llegó a la Plaza de Bolívar el miércoles a las 4 de la tarde, después de un viaje a pie de mil kilómetros. Por eso, espera allí este jueves al presidente Álvaro Uribe.

El miércoles a las 6:45 a.m., al aire por Caracol Radio, el mandatario había invitado al profesor Gustavo Moncayo a reunirse con él en el palacio presidencial. “Yo voy a tener mi vivienda en la Plaza de Bolívar. Lo invito”, le contestó Moncayo, que a esa hora aún estaba en Soacha, municipio aledaño a Bogotá por el sur, donde había pernoctado.

Ahora Moncayo y Uribe viven a 200 metros de distancia y será el presidente derechista, acompañado de varios ministros, el que vaya a las 9 a.m. a visitar al “caminante por la paz”.

Moncayo recibirá a Uribe en la “Oficina – sala de espera y cafetería” de su nuevo hogar, como avisa la señalización en una de tres amplias tiendas de lona impermeable blanca que la alcaldía izquierdista de Bogotá ha dispuesto para que se instale, tras un cerco perimetral de 22 x 8 metros de vallas móviles de seguridad, en el costado sur occidental de la plaza.

Las otras dos tiendas son “zona privada”. Allí hay colchonetas, sobre un mullido aislamiento de las lozas de granito que cubren la amplia explanada; y almohadas, cobijas, un par de muebles de plástico.
Un potente calentador ambiental a gas para exteriores debe amparar de la brisa gélida que sopla del Páramo de Cruz Verde, que domina los cerros andinos al oriente de la ciudad. Dentro del cercado, tres sanitarios móviles de color esmeralda. El conjunto está dotado de electricidad.

Sobre su encuentro con Uribe, Moncayo ha dicho: “Necesito por lo menos tener ese diálogo, ya que hay una necesidad urgente, prioritaria, que son nuestros secuestrados”, “esto es fundamental, no da espera. Vamos a cumplir los 10 años de sufrimiento y dolor”.

Desde el 17 de junio hasta el primero de agosto, Moncayo caminó desde su pueblo Sandoná, en el extremo sur occidental de Colombia, departamento de Nariño.

Partió precisamente el Día del Padre para exigir la libertad de su hijo, el cabo Pablo Emilio Moncayo, de 29 años, apresado por las FARC desde el 21 de diciembre de 1999.

Su objetivo es “convencer a las dos tapias (sordos) más grandes que ha habido en Colombia: el presidente Uribe y las FARC”, dijo este miércoles poco después de las 4 de la tarde, apenas llegó, ante una Plaza de Bolívar que hervía de gente que clamaba por el acuerdo humanitario y lo escuchaba con fervor.

“Porque los unos dicen: queremos despeje, y el presidente dice: ¡no hay despeje! Y los unos dicen: si no hay despeje, no hay acuerdo humanitario, y el presidente dice: ¡No hay despeje! ¡Y no hay acuerdo humanitario!, y lo dice a voz en cuello.

“Y eso nos duele, porque para nosotros es un daño psicológico muy grande” dijo el docente, además padre de cuatro hijas.

“Yo no vengo a pedir nada a nadie. Es una exigencia del pueblo”, agregó Moncayo, de 56 años, “es el pueblo el que está exigiendo hoy que haya acuerdo humanitario. Porque no podemos dejar que nuestros seres queridos se pudran allá en la selva”, y recordó a los 11 diputados del Valle del Cauca que perecieron el 18 de junio pasado en confusos hechos, siendo rehenes de las FARC.

Aún no se tienen noticias sobre la entrega de los cadáveres a sus familias, a través de una comisión humanitaria internacional. Su muerte, dada a conocer por las FARC con 10 días de retraso, causó un duro impacto al caminante, para quien esa tragedia fue producto del “orgullo falso” y el “rencor”.

“Las FARC no pueden seguir jugando con nuestro dolor. Los cuerpos nos pertenecen, son nuestros, queremos recibirlos y no dilaten más esa decisión y esa disposición que han dicho tener”, dijo a través de Caracol Radio Fabiola Perdomo, ahora viuda del diputado Juan Carlos Narváez.

“Siento un poquito de dolencia en mis pies porque tal vez he abusado de ellos. Los dolores físicos se curan con medicinas, pero los dolores que tengo, que tenemos en el alma, esos durarán muchos años en sanar”, dijo Moncayo cuando arribó a la Plaza de Bolívar.

Trazó responsabilidades para todos, gobierno, legisladores, “también nosotros tenemos culpa por haber sido indiferentes ante el dolor del secuestro de los otros, también es culpable el pueblo porque nos ha dejado solos.

“Ni gobierno ni guerrilla se han conmovido ante el dolor de nosotros.

“Estoy por todos ellos” y se ofreció en canje para que liberen al grupo “porque ellos tienen más derecho a vivir”.

Recordó al gobernador de Antioquia, al ex ministro de Defensa, a los 11 militares que sucumbieron con ellos un cinco de mayo de espanto en 2003, ejecutados por sus captores durante un intento de rescate militar, y “a los otros soldados y policías que murieron y que a nadie le importan”.

“No han callado, tenemos miedo a levantar nuestras voces”, “he caminado en las marchas del magisterio”, pero en ellas “aceptamos que nos hagan marchar solo por un carril de la vía, y no protestamos”.

Por eso, junto con su hija Tatiana “decidimos desafiar todo, especialmente la indiferencia del pueblo colombiano”.

El “caminante por la paz” es licenciado en ciencias sociales y tiene un postgrado en historia.

Precisamente cuando Moncayo estudiaba su postgrado, la familia pasaba por una situación económica difícil, y él y su esposa Stella Cabrera le sugirieron a su hijo mayor, Pablo Emilio, recién graduado de secundaria y único varón, que ingresara por un año al ejército.

Las finanzas se demoraron en mejorar, Pablo Emilio se quedó, y más tarde ya le gustó la vida militar.

En la plaza, Moncayo ejerció como maestro ante los miles de congregados. Contó que, al iniciar el viaje a pie, le dijo a su hija Yuri Tatiana, quien también acompañó a su padre desde Sandoná: vamos a aprender a observar, y lo primero que vieron fue que “el sol nos buscaba para alumbrar nuestros pasos”.

Lo principal fue comprobar “la grandeza del pueblo colombiano”, cuando mujeres y hombres salían a invitarlos a probar sus tortas de maíz y los hacían seguir y sentarse. En contraste, en una de esas, paró un lujoso BMW blindado. Se bajó el señor y dijo: venga, profesor, tómese una foto conmigo, posó y se marchó.

En un punto de su camino tuvo que hospitalizarse porque tenía calambres. Le ordenaron pasar la noche en una camilla, y él aceptó gustoso el descanso. Pero al otro día amaneció de muerte porque la camilla tenía unos resortes sueltos y se le enterraron “en otra parte” cuando se sentó.

“Y supuestamente era el mejor hospital”, dijo a la muchedumbre en la Plaza de Bolívar.

Siguieron caminando y salieron a encontrarlos dos niños de 8 y 9 años. “Quiero que le liberen a su hijo”, le dijo a Moncayo uno de los pequeños. Iban descalzos y embarrados de pies a cabeza. Eran niños trabajadores que se ganan por día entre 2.000 y 2.500 pesos (US $1y1,25). “¿Eso es justo?” ¡No!, gritó la gente.

A lado y lado de la flamante Carretera Panamericana, por la que pasan poderosas tractomulas trayendo y llevando la economía del país, vio miseria, y a “la gente clamando por una moneda”.

Encontró a contratistas que llevaban 10 meses sin salario y que no podían protestar “porque la fuerza pública nos da bolillo”.

Moncayo almacenó cada una de esas imágenes en su viaje, “en una de esas cámaras que demoran media hora en tomar la foto”, contó.

“No esperemos a que nos llegue la paz. No regalemos a los pobres medias pecuecudas (malolientes) ni zapatos que no sirven. No demos lo que nos sobra, porque eso no es caridad. Demos de lo nuestro, para recibir mucho”.

El día más difícil fue el cruce de La Línea, una mole casi abrupta de 3.300 metros de altura sobre el nivel del mar.

Les cayó tremendo aguacero y cuando llegaron a la cima, hambrientos y exhaustos, el Sindicato de Maestros del Tolima comenzó por servirle comida a él y su comitiva, “pero la garganta se me hacía un nudo porque a nuestro lado estaban policías y enfermeras que nos habían acompañado en La Línea”.

Moncayo no probó bocado hasta que no hubo para todos, y luego “llegó tanta comida que le dimos hasta al dueño de la tienda” de víveres donde se encontraban.

Luego se reunió con los agentes y les dijo: cuando hay un mitin, ustedes nos atacan con gases lacrimógenos y agua, y nos dispersan, ¿por qué? Y ellos dijeron: tenemos la orden de garantizar el desarrollo de los grandes capitalistas, y de darle bolillo al pueblo si interfiere.

Les dijo: ¿por qué no averiguan por qué la gente protesta, y se unen a la marcha? “Qué lindo sería señores agentes que ustedes se unieran al pueblo, en vez de darle garrote”. Entonces, un coronel le expresó su admiración y le prometió que cambiaría su forma de actuar, contó.

“Tenemos que hacer que el pueblo se levante con dignidad”, dijo, y luego explicó, en tono de maestro, en qué se diferencia “intercambio humanitario” de “acuerdo humanitario”, y por qué lo correcto es usar el segundo término.

Intercambio humanitario es que liberemos a 100 guerrilleros a ver si las FARC nos liberan a nuestros seres queridos, explicó, y eso “es únicamente mirar hasta la nariz (…) pero tenemos que mirar al futuro”, dijo en alusión a la excarcelación de 150 supuestos insurgentes escogidos por el gobierno, hace unos meses.

En ese episodio, por presión del presidente francés Sarkozy, Uribe liberó también a Rodrigo Granda, miembro de la Comisión Internacional de las FARC. La guerrilla no reconoció el gesto unilateral como un avance.

En cambio, explicó Moncayo, el acuerdo humanitario “es entre dos partes. De un lado debe estar la guerrilla y del otro el presidente. Y no es por teléfono ni por Internet, como lo propone” el gobierno, “es en una mesa. Debe haber un convenio de las partes”.

“Compromisos gobierno-Farc, eso es lo que queremos todos”, dijo.

Moncayo le propone a las FARC un plan muy sencillo: no secuestrar más, no atacar más bases militares ni puestos de policía, decretar un cese al fuego, y, agregó, “qué lindo sería que dijeran: vamos a deponer las armas porque queremos la paz de Colombia”.

Hizo cuentas sobre la ingente cantidad de balas que se gastan los centenares de miles de militares colombianos nada más haciendo prácticas de polígono, y recordó que cuando el presidente Uribe ordena “vamos a rescatar a sangre y fuego, está invitando al pueblo colombiano a convertirse en asesinos en potencia, y ¿quiénes son? Nuestros hijos”.

Agregó que les pagan “un millón y medio de pesos y 15 días de vacaciones a los soldados si traen guerrilleros muertos”.

En cambio, el presidente “debería nombrar a 400 mil maestros (…) que la plata que se invierte en la guerra se invierta en educación, hay que darle garrote pero a la ignorancia”, en vez de pedir dinero en el exterior para la guerra.

Que los recursos se inviertan en vivienda, “no más cambuches” como los que vio a la orilla de las carreteras. Que “todos los que manejan los rubros económicos dejen que la plata llegue a donde debe”: comprar pupitres, dotar hospitales y “muchas cosas más”.

Que no diga más que no habrá acuerdo humanitario, pues “eso nos duele a nosotros”.

Vaticinó que en ese Primero de Agosto “partimos en dos la historia de Colombia” y que será en el futuro un día para celebrar.
Propuso formar mesas permanentes por el acuerdo humanitario, integradas por sindicalistas, líderes de bancadas o amas de casa, “para que el pueblo diga lo que necesita y que nos sean los norteamericanos (estadounidenses) los que digan qué tenemos que hacer”.

“El que comenzaron considerando chiflado, resultó el doliente más sabio”, escribió el poeta Jotamario Arbeláez en su columna de opinión del diario bogotano El Tiempo que circuló el miércoles.

En la noche, Moncayo se reunió en la sede del Episcopado con 18 embajadores, entre ellos los de Francia, Suiza y España, facilitadores reconocidos por ambas partes.

En su agenda está ya una gira por Francia, Bélgica y España, dentro de uno o dos meses. “La idea es que mi papá pueda exponer a Europa y a todo el mundo el drama que se está viviendo en Colombia por los secuestrados”, dijo Tatiana Moncayo.
La alcaldía pagará para la comitiva 41 habitaciones en un hotel cercano, de cuatro estrellas.

agosto 2nd, 2007

BOGOTÁ EN UN DÍA DE SOL (1) Moncayo hizo esperar media hora a Uribe

El acceso a la Plaza de Bolívar amaneció fuertemente custodiado por la Policía, que hacía requisas minuciosas a todo el que pretendiera acercarse a las toldas donde el profesor estableció desde anoche su residencia, en el costado suroccidental de esta amplia explanada que constituye el corazón político de Colombia.

Flanqueando por su vicepresidente Francisco Santos, su Alto Comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo, su ministro del Interior y de Justicia Carlos Holguín, el presidente Álvaro Uribe cumplió la cita con el profesor Gustavo Moncayo, prometida la víspera, y arribó a la plaza a las 9:15 de la mañana hora local (14:15 GMT).

Pero Moncayo no estaba para recibirlo. Sólo llegó media hora después. Se llegó a hablar de “la silla vacía”.

Adujo que estaba en misa, preparándose para la importante reunión. Por su parte, Uribe contó que “anoche le pedí mucho a Dios que me ayudara a ordenar el alma”, para poder llegar a donde Moncayo “con cariño, con respeto”. Lo esperó practicando un deporte suyo muy favorito: hablando a la prensa.

“Tú estás gritando más duro que yo. Me hiciste venir”, dijo Uribe a Moncayo por intermedio de los periodistas, mientras esperaba. Y advirtió que una cosa es el profesor y “otra cosa son los bandidos”. Ya que Moncayo ha pedido la paz y el acuerdo humanitario, el presidente recordó que “la perseverancia en la seguridad es el camino de la paz”.

“Aquí no ha habido juego de vanidades ni artificios de poder… el profesor Moncayo habla con toda sinceridad…”, dijo el mandatario mientras seguía esperando.

“Él me dijo ayer ‘lo espero mañana a las 9 de la mañana en la Plaza de Bolívar’ y aquí estoy”, dijo Uribe cuando el reloj ya marcaba las 9:30 a.m.. Para entonces, habían llegado el canciller Fernando Araújo y el subintendente de policía Frank Pinchao, ambos evadidos de las FARC cuando estaban en igual situación que el hijo del profesor Moncayo.

Faltando 10 minutos para las 10, una mujer le dijo a Uribe que su esposo fue desaparecido hace cinco años de la ciudad de Magangué, al norte del país, zona paramilitar. Uribe de inmediato dispuso que su Alto Comisionado Restrepo instalara un escritorio para recepción de quejas.

En Colombia las cifras de secuestro varían de acuerdo con la conveniencia. Hoy se dice que son tres mil o cinco mil, pero cuando se muestran avances en seguridad se habla de 800. En todo caso se está revelando que las víctimas de desaparición forzada llegan a 30 mil.

A las 9:54 Moncayo apareció con una niña de tres años en sus brazos. La gente aplaudió el encuentro de los dos protagonistas y la ansiada reunión comenzó de inmediato, “a carpa cerrada”, en el toldo acondicionado por la alcaldía como oficina de Moncayo, en plena Plaza de Bolívar.

agosto 2nd, 2007


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Nada de lo colombiano ha sido ajeno en el trabajo de Constanza Vieira para la agencia de noticias IPS. Desde las cuatro décadas de guerra civil y la acción de sus múltiples bandos armados (guerrillas, ejército, paramilitares, narcos), pasando por el acuerdo humanitario que libere a rehenes y prisioneros, el drama de los desplazados y las comunidades indígenas, el ambiente, el proceso político legal, la relación con países vecinos, la cultura. Todo eso, y más, está presente en el blog personal de esta periodista que también trabajó para Deutschlandfunk, Deutsche Welle, Water Report del Financial Times, National Public Radio y la revista colombiana
Semana, entre otros medios.