Aprendiendo a conocer a Uribe
20 de septiembre de 2007
«Hay un malentendido. No sabemos si Uribe está a favor de la gestión de Chávez o no», dijo en Washington Bernard Kouchner, ministro francés de Relaciones Exteriores y Asuntos Europeos, en alusión a la negativa de Uribe de que su par venezolano viaje a Colombia a reunirse con el jefe histórico de las FARC, Manuel Marulanda.
Eso le pasa a Francia, por crédula. Claro que el presidente colombiano odia que Chávez se haya metido a mediar entre las FARC y él, y teme la posibilidad de que la gestión del venezolano resulte exitosa.
Chávez está en plan de salvar vidas. Uribe exige a las familias de los rehenes de las FARC que aporten su «cuota de sangre». Detrás de ambas actitudes compiten visiones del mundo contrapuestas.
Kouchner recalcó que su país respalda la gestión de Chávez, quien realiza una «labor maravillosa».
¡Peor!
Kouchner habló al atardecer, y a esa hora ya el Alto Comisionado para
Claro, estamos a semanas de elecciones, lo que en Colombia equivale a cosecha de montajes, o «juegos operativos», como llaman algunos, en Inteligencia militar, las maniobras de distracción.
Pero los elogios de Kouchner a Chávez pueden llevar a que explote una bomba real convenientemente cerca del presidente, o no tan convenientemente cerca de otras personas, sólo para probar las declaraciones del vicepresidente Francisco Santos, dadas también hoy: que no se olviden que las FARC es “una organización terrorista que lo único que hacen es hacerle daño a Colombia”.
Lula ofreció el territorio del Brasil para la reunión de Chávez con Marulanda, y Correa reiteró su apoyo. ¿Qué otro atentado serán capaces de montar por acá, para achacárselo a las FARC y responder a ambos vecinos?
También Francia, señaló Kouchner, creyó que a las FARC “les liberaron a Granda y a no sé cuantos otros guerrilleros”. A las FARC no les interesa que “les liberen” a sus miembros presos, Monsieur Canciller.
A las Farc les interesa sentar a negociar, y obligar a ceder, a la dirigencia colombiana. Dicen que es precisamente por eso que están de pelea hace 43 años.
A Granda, Uribe lo liberó porque corrían las vísperas de la reunión del G-8, y en los pasillos preparatorios de la cumbre de Heiligendamm se hablaba de aplicar a Colombia, en el caso de los rehenes, un serio mecanismo de investigación a través del Consejo de Seguridad de
Sarkozy habló con Uribe y éste liberó a Granda, según dijo, “por razones de Estado”.
En todo caso, las FARC deberían responder con algún gesto unilateral, y hacerlo ya.
No porque Granda esté libre, sino porque los 11 diputados del Valle del Cauca están muertos. Esa es una deuda con la humanidad.
Con relación a los “no sé cuántos otros guerrilleros”, no sabemos ni siquiera si en realidad lo eran. Y en todo caso fueron liberados sin acuerdo.
Por eso el maestro Gustavo Moncayo, padre de un militar que en diciembre cumplirá 10 años en manos de las FARC y sometido a canje, dice que se necesita un acuerdo entre las partes. Entre “las dos tapias” (sordos, tercos) más grandes que tiene Colombia, dijo cuando llegó a Bogotá el 1 de agosto, tras recorrer más de mil kilómetros desde su pueblo, Sandoná, cerca a Ecuador, para exigir el canje.
Entre todos hay que llevar a Uribe y a las FARC a ceder en sus posiciones y acercarse. Por lo menos, que hagan el intercambio.
Después, pronto después, tiene que aprovecharse el mecanismo que logre el canje para poner a funcionar un diálogo de paz, porque Uribe tiene razón: poner presa a la gente que viola las leyes es lo correcto.
Lo ilegal son las ejecuciones extrajudiciales, tan socorridas por la fuerza pública colombiana. Si Uribe libera guerrilleros y estos vuelven a las filas de las FARC a combatir, se van a disparar las ejecuciones extrajudiciales. Eso no lo queremos.
Kouchner recordó en Washington que su gobierno no se reunirá con un vocero de las FARC a menos que esa guerrilla dé pruebas de supervivencia de Ingrid Betancourt. Hace cuatro años se recibió la última. ¡Cuatro años!
«Ya está bueno», me dijo hoy Juan Carlos Lecompte, marido de Ingrid, en vísperas de su viaje a París.
Aunque matiza: las dos grandes tragedias con grupos de rehenes de las FARC -la de mayo de 2003, cuando murieron el gobernador del departamento de Antioquia Guillermo Gaviria, su asesor de paz y ex ministro de Defensa Gilberto Echeverry, y 11 militares, y la de junio de este año, que arrebató a sus familias a 11 diputados regionales- tienen algo en común.
Ambos grupos mantenían, siendo rehenes, una comunicación relativamente fluida con sus familias, que recibían con frecuencia no ya pruebas de supervivencia, sino cartas, y los rehenes hasta víveres, como en el caso de los antioqueños.
Lecompte tiene razón.
El canciller francés estará presente en la reunión de su jefe Sarkozy con Uribe, la próxima semana en Nueva York.
De aquí allá, pueden explotar todo tipo de montajes en Colombia.
Escrito en : Acuerdo humanitario,Desde Bogotá,El fin justifica los medios,Fronteras
-
raúl antonio aldna otero
-
Jules de Rais
-
María