La captura de «Don Diego» y la guerra
18 de septiembre de 2007
Todo el mundo está diciendo por acá que, apresado Diego Montoya, alias “Don Diego”, y puesto la semana pasada en una fragata de
Los carteles de la droga llevan 25 años recomponiéndose. Unos se han enfrentado al Estado, y otros se han acostado con él.
El primer objetivo conjunto de autoridades colombianas y estadounidenses, aliadas con el Cartel de Cali, fue Pablo Escobar, jefe del Cartel de Medellín.
Muerto este, el Cartel de Cali tomó su lugar, no sólo en los mercados de cocaína en las calles estadounidenses, sino también en las prioridades de
El gobierno de Álvaro Uribe negoció ¿la paz? ¿la desmovilización? ¿el silencio? con los herederos del Cartel de Medellín y el Cartel de la Costa, llamados AUC, Autodefensas Unidas de Colombia. Obtuvo con ello importantes reducciones en los crímenes que ocurren en el país, por lo cual se lo felicita efusivamente desde este blog, igual que lo hizo ayer el gobierno estadounidense por el «éxito» del Plan Colombia.
Y en todo caso Uribe se dedicó a perseguir al Cartel de Cali, rivales de los anteriores en los mercados de droga de Estados Unidos.
Extraditados los jefes del Cartel de Cali, éste fue reemplazado por el Cartel del Norte del Valle. Sus jefes actuaron al estilo de los caleños, sobornando a centenares de funcionarios militares, policiales y civiles de todo nivel.
Para poder apresar a “Don Diego”, primero hubo que arrestar a más de una decena de militares activos, incluyendo un coronel, que estaban a su servicio.
Sobre esta relación, hasta ahora sólo se ha hecho referencia a actividades relacionadas con el narcotráfico. Falta ver qué “positivos” acumuló la alianza “Don Diego” – Tercera Brigada (con sede en Cali) en materia de violaciones a los derechos humanos.
Otros 250 hombres integraban la red de seguridad de “Don Diego”.
Del Cartel del Norte del Valle queda aún libre y actuante Wilber Varela, alias “Jabón”. De este se dice que considera que en su negocio no es necesario sostener grupos paramilitares para matar civiles, y basta con tener un ejército propio.
Lo que no se entiende todavía es por qué fue Varela el autor del atentado contra el Club El Nogal en Bogotá, la misma noche en que allí se reunirían secretamente el entonces ministro del Interior y de Justicia, Fernando Londoño Hoyos, y el jefe de las AUC, Salvatore Mancuso, Cartel de la Costa.
En todo caso, de grandes carteles que controlaban monopólicamente, por regiones, todas las etapas del negocio y le imponían el precio de la base de coca al campesino que la vendía, se está pasando de manera generalizada a una cadena de producción más “democrática”, integrada por grupos pequeños que controlan sólo un eslabón de una cadena productiva local, en las áreas de producción, o transporte dentro de Colombia, ruta al exterior o lavado de dinero.
Mientras, crece el dominio de los carteles mexicanos en las etapas más rentables, las más cercanas al consumidor final.
La guerrilla –tanto las FARC como el ELN- comenzó a meterse en el negocio de la droga porque es una actividad económica que tiene lugar en sus territorios, y al cual se le cobra alcabala, como a toda producción.
Al mismo tiempo, mediaba en el precio a favor de los campesinos, contra las prácticas monopólicas de los carteles grandes.
Se supone que el ELN no va más allá. Las FARC afirman que ellas tampoco.
La guerrillera Sonia, de las FARC, hoy en prisión en EE.UU., fue apresada cuando estaba en su trabajo en el río Caguán, de cobrar impuesto a una compradora de base de coca conocida como
Digamos que, hasta aquí, se puede decir sin equivocarse que tanto las FARC como el ELN están en el negocio de la droga. De ahí en adelante comienzan las diferencias, que pueden ser de interpretación o atribuibles a desinformación.
Lo que se ha visto es que ambas guerrillas además aparentan cuidar tanto plantaciones como laboratorios, y podría suponerse que reciben dinero por ello. También podría contra argumentarse que los territorios donde hay cultivos y laboratorios son los mismos donde hay guerrilla por un detallito así de chiquitico: porque allí no hay Estado y guerrilla y narcos pueden actuar a sus anchas.
De todas formas, los laboratorios ya hacen parte de un eslabón más arriba de la cadena productiva del narcotráfico. A quién pertenecen esos laboratorios, difícil saber.
Lo que sí es lógico es que, a medida que se van desmantelando los carteles grandes, los grupos pequeños tendrán menos capacidad de sostener ejércitos propios para cuidar su negocio. Deduzca usted qué ocurre cuando la demanda de seguridad de un pequeño grupo narco se encuentra, en un territorio dado, con la oferta de seguridad de la guerrilla.
Las autoridades estadounidenses consideran a las FARC el cartel de la droga más grande del hemisferio occidental. La verdad es que no hay ninguna prueba de que las FARC controlen eslabones de la cadena de producción por fuera de las fronteras colombianas.
En todo caso, vale tener presente la expresión del comandante de las fuerzas militares, general Freddy Padilla, acerca de que Colombia es “laboratorio” de la guerra contra las drogas. Y recordar la existencia del complejo militar industrial, que vive de azuzar las guerras. Y no olvidar un antecedente: el Irán – Contras- Gate cuando, con cocaína del Cartel de Cali,
Escrito en : El poder,La guerra y la paz
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María