Las nuevas fronteras energéticas de Brasil pueden extenderse a Guyana y Suriname, según el diario O Globo del domingo 8. La empresa estatal Eletrobrás estaría negociando la construcción de tres centrales en esos vecinos norteños, sumando una capacidad de 5.000 megavatios, con la ventaja de contar con grandes embalses que acumularían agua para sostener la generación eléctrica en los períodos secos, además de tener un ciclo hidrológico complementario: mucha lluvia exactamente cuando se produce el estiaje en Brasil.

Dos tercios de la energía generada serían exportados a Brasil y el resto se consumiría en Guyana, Suriname y Guayana Francesa.

A Brasil también le interesa construir hidroeléctricas en Perú y Bolivia, para saciar su hambre de energía, pero enfrenta allí resistencias similares a las que dificultan la construcción de represas en su propio territorio amazónico.

Con Perú hay un acuerdo que preveía varias centrales en ríos peruanos a cargo de constructoras brasileñas, pero que se paralizó desde la investidura del presidente Ollanta Humala hace dos años.

En la frontera con Bolivia se puede implantar una hidroeléctrica binacional, con potencia de unos 3.000 megavatios, sobre el mismo río Madeira en cuyo tramo brasileño se están concluyendo dos grandes centrales, Santo Antônio y Jirau, que suman 7.300 megavatios de capacidad.

En la misma cuenca, en territorio boliviano, también se estudia otro proyecto, el de Cachuela Esperanza, de 900 megavatios. Casi toda esa electricidad se dirigiría a Brasil, en una proporción más desequilibrada que la de Itaipú, la gigantesca hidroeléctrica que este país comparte formalmente con Paraguay.

Con poblaciones y gobiernos nacionalistas, es difícil avanzar con tales proyectos. En Guyana y Suriname podría ser diferente, pero se necesitarían largas líneas de transmisión para llevar la electricidad a centros de consumo en el norte de Brasil. Se habla de 1.800 kilómetros.

La noticia de O Globo puede leerse aquí.