A su lado, apoyado en la pared junto a la reja, hay un hombre en una silla de ruedas. También hay otra mujer que enseguida comienza a hablar mientras espero que del albergue salga una persona a darme permiso para tomar unas fotos.
“No puedes hacer fotos del albergue por dentro, pero sí de la fachada y hablar con los usuarios”, dijo la trabajadora una vez que salió dirigiéndose a mí y a la “usuaria” que tenía a mi lado.
Una vez que la trabajadora volvió a entrar en el albergue, la mujer se quejó y con razón: “No soy una usuaria, soy un ser humano”.
Recojo* en uno de mis escritos para IPS alguna de las historias de personas sin hogar.
* Publicado en Inés Benítez – El blog del periodismo social.
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